El amor de los hijos. Como dicta el libro sagrado, los buenos hijos gozarán de larga vida. Lo anterior, en referencia a la devoción que el empresario y productor agropecuario Mauro Sigala Fierro guarda a la memoria de Mauro Sigala Tarango, su padre, siempre presente en su vida.
A ocho años de su fallecimiento, habla de él como si estuviera ahí, a su lado, los recuerdos invaden la memoria y llegan hasta los huesos del corazón.
Lo evoca en sus tiempos de fundador y dueño de Carnitas Sigala, el icónico negocio de carne y guisados de puerco que estuvo tanto tiempo en la Avenida Río San Pedro Sur, primero enmedio de labores agrícolas y pinabetes, luego a un costado de la hoy transitada vialidad.
— Carnitas Sigala empezó el segundo sábado de 1978, cómo olvidarlo, cuando no pudo vender casa por casa las carnitas del cerdo que había sacrificado en el rastro y cargado en una moto hasta ahí, hasta donde pondría su negocio. La magra venta casera le abrió los ojos: compró fiado un tambo de 200 litros, lo partió por la mitad, lo colocó sobre tres piedras, puso lumbre de mezquite y pinabete y frió su primer canal. Bajo cualquier sombrita logró su primera venta y de ahí para el real.
— Lo recuerdo y añoro como una persona sabia, con esa sabiduría del ranchero de antes, con mucha visión para los negocios y con un corazón así de grande. Así lo recuerdan quienes lo trataron y así lo recordamos sus hijos, nietos y bisnieto.
— De Carnitas Sigala nadie se iba sin comer, trajera o no dinero. De la pizca de los chiles que sembraba, tampoco, del Módulo de Riego número ocho que dirigió, ningún agricultor se quedaba sin el agua para regar su parcela, pagara o no pagara cuota. “El agua no es mía, es de ustedes”, repetía una y otra vez a los agricultores.
Mauro Sigala chico continúa narrando con sus ojos mirando al eterno cielo como si su padre le escuchará atentamente — Abrimos en su memoria, este local de Avenida 3a Norte, a contra esquina del Club de Leones, se llama Carnitas Sigala del Abuelo, en su honor. Así le pusieron sus nietos, que son mis hijos Diana, Daniela, Mauro, Danna y Carlos. La familia va creciendo y el negocio se va expandiendo, vivimos en un mundo sin fronteras, ni límites.
— De acuerdo a su ejemplo, cada carnita o chicharrón, cada plato de asado que servimos, cada cuarto, medio o litro de morcilla, cada chamorro, salsa o burrito, lo hacemos con gusto, cuidando la calidad, utilizando los mejores ingredientes, con la cocina abierta para que nuestra clientela vea la higiene con que nos manejamos, tanto presencial como a domicilio. Otro aspecto que cuidamos puntualmente es el sabor, conservando la sazón de don Mauro, sabor y sazón tan conocidos y saboreados en la región, que pronto esperamos, merced a Dios, disfruten también en algún lugar de los Estados Unidos, a donde mis hijos, ya con una visión global, van expandiendo la herencia del negocio que con mucho esfuerzo y perseverancia nos heredó mi padre Don Mauro Sigala Tarango, que en paz descanse.