En la plácida comunidad de Loma Linda, municipo de Rosales, zona eminentemente cacahuatera, paso natural de senderistas y ciclistas de montaña, está La Chula, el restaurant campestre y karaokero de Laura Julieta Sànchez y Jesús Flores Verzosa, Laura y Chuy para amigos y clientela, los abuelos Laura y Chuy para los niños clientes que retozan en el amplio y arbolado patio tracero, admirando boca abiertos y selfeando ante un árbol que nunca habían visto: una hermosa ceiba tropical extraviada en estos andurriales, con su tronco grueso, al que le brotan hojas en forma de espaditas. A 20 minutos de Delicias, tanto por Rosales como por el camino a Ortiz, està el mundo del sabor y las tortillas de harina del comal a la mesa, un gran jardín para alegrar el alma, del lugar ideal para escuchar el ruido del agua que pasa rauda por el Canal Fundadores, para perderse en la vista de la serranía rosalense, la serranía que vieron Benito Juárez y su gobierno peregrino.
Este proyecto, hoy realidad, nació cuando la pandemia, cuando el binomio inseparable Chuy y Laura entraron en un letargo de inactividad, ellos siempre tan vitales y emprendedores.
Poco tiempo les llevó concluir que era ocasión ideal para cuajar un viejo sueño: convertir en una posada campestre el lote que a duras penas habían comprado en Loma Linda, con los ahorros que guardaban de cuando ella, concursante del certamen Señorita Delicias 1987, cuando trabajaba de estilista y cantante, él haciéndole segunda como bar tender y en oficios varios. Siempre en equipo, siempre pensando, hablando y actuando en tercera persona del plural: nosotros.
Y así nació La Chula, como una extensión de la cocina de nuestra casa, con el evocativo sonido del palote de las tortillas que hacía la abuela de cada comensal, con la sazón de aquella tía tan recordada, con los nopalitos y chilaquiles que guisaba la prima que se fue a Estados Unidos, con el café de hoya que sorbía ruidoso ese compadre que un día triste ya no volvió.
Lo mejor, la exquisitez de nuestra comida regional y de más allá, en La Chula la encontrará.
Desayunos, comidas, trato familiar, tortillas recién hechas, aire puro de la montaña, un día de campo perfecto a 20 minutos de su casa.
